Entró en el salón a oscuras y guiándose de su propia imagen mental de la habitación dio con el interruptor.
Un hombre desconocido, vestido con un pantalón gris claro y un jersey negro de cuello alto, reposaba reflexivamente en el butacón de espaldas a él, dirigiendo su mirada a través del gran ventanal del salón.
- Hola. ¿Quién eres?
El hombre, sin dejar de mirar al horizonte, con voz muy sosegada, respondió:
· Me conoces bien. Hace tiempo que te ando rondando.
La respuesta de aquel hombre le hizo cambiar el gesto. Tras un instante de silencio le dijo:
- Lo sé.
¿Qué es lo que quieres?
· También lo sabes. Llevarte conmigo.
- Aún es pronto, ¿no crees?
· Tal vez. Pero eso a mí no me preocupa demasiado.
- Entonces dime, ¿hay algo que pueda hacer?
· Sí.
- ¿Qué es?
· Café.
- ¿Café?
· Me apetece tomar un café. Sólo.
- De acuerdo. Pero antes respóndeme. ¿Nos queda mucho tiempo?
· No lo sé. Pero descuida, cuando llegue el momento, ambos lo sabremos.
James fue a la cocina a preparar café. A su vieja italiana la costaba abrirse, pero él ya sabía como hacer que ésta diera su brazo a torcer.
Tras unos minutos salió de la cocina y entró en el salón.
· Umm. Qué bien huele.
Siempre has sabido cómo se prepara un buen café.
- Sí. Es verdad.
Ambos permanecieron en silencio durante unos minutos.
· Dime James, ¿te gusta bailar?
- Bastante.
· Salsa, cumbia… Cuéntame, ¿qué música te gusta bailar?
- No lo se.
Depende del momento, del lugar…
Y también de con quién estés.
· ¿Con quién te gusta bailar James?
- ¡Ya basta de preguntas! Si alguien ha de dar respuestas aquí eres tú.
¡Venga! ¡Dímelo! ¿Qué es lo que he hecho mal?
· ¿Con quién te gusta bailar?
- ¡Basta! Me voy.
· Créeme. No irás a ninguna parte. Aún no.
- Dime de una vez lo que quieres.
· James. Relájate. He venido a ofrecerte un trato.
El joven James le miró fijamente en silencio ansiando oír algo esperanzador.
· Esta noche bailarás con María.
Sé que es con ella con quién te gusta bailar.
Tiene un largo y precioso vestido rojo. Dila que se lo ponga.
A media noche bailareis. Un vals.
Serán sus ojos los que me digan qué es lo que he de hacer contigo.
James permaneció callado un instante.
- Está bien, de acuerdo. Lo haré.
· Bien. Hasta pronto entonces.
- Adiós
FIN
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